Estereotipias

Estereotipias

 

Las estereotipias se producen en toda la escala animal, peces, aves y mamíferos. Se han descrito estereotipias en los animales de granja, animales de compañía y en animales de zoológico y en plena libertad.

Sambraus distingue entre conductas estereotipadas normales y estereotipias, y las clasifica de la siguiente forma:

Las conductas estereotipadas normales, según Sambraus, se asemejan a ciertas conductas estereotipadas que se producen en ciertos primates humanos y no humanos. Por ejemplo, en humanos, los movimientos de vaivén de las piernas, el hacer sonar los dedos sobre la mesa, rechinar los dientes, etc

Estas conductas estereotipadas, es decir, no patológicas y que no corresponden a una disfunción del subsistema neuronal del sistema nervioso de una determinada especie, pueden producirse por diferentes causas: Por mimetismo,  aislamiento social, cuando el movimiento se halla restringido, Cuando no hay estímulos en el entorno, en nuevos entornos o en espacios reducidos, Cuando se produce una frustración, conflicto o aburrimiento, y cuando se produce una excitación y alegría y otras.

Estas estereotipias no patológicas o conductas estereotipadas pueden aparecer en momentos puntuales del desarrollo, cuando el niño está a punto de alcanzar un nuevo hito conductual o como preparación a él, representan un estado de inmadurez biológica o neurológica previa a la maduración de la conducta, (por ejemplo, movimientos de balanceo del tronco antes de adoptar la sedestación, que ayudan a fortalecerse y perfeccionar el equilibrio postural, el chupeteo, el laleo). Estas conductas desaparecen con la evolución neuromadurativa del niño. Pero si la duración de estas conductas permanece en el tiempo, pueden representar un estigma fenotípico de paro o bloqueo del desarrollo neuroevolutivo, lo cual debe conocerse como un signo de alarma en los trastornos del desarrollo.

Cuando las conductas estereotipadas se prolongan en el tiempo y adquieren el carácter de patológicas, se denominan estereotipias y son consecuencia de una disfunción grave del sistema somatosensorial; por esto se expresan durante el proceso del desarrollo, es decir, cuando están madurando los circuitos de conexión somatosensorial.

ESTEREOTIPIAS DEL DESARROLLO

Las estereotipias son uno de los rasgos conductuales definitorios de los trastornos generalizados del desarrollo y, por tanto, de los trastornos del espectro autista

Las estereotipias exhibidas en los trastornos generalizados del desarrollo son consecuencia de un trastorno importante en el proceso maduración o ontogénesis cerebral.

En el proceso de maduración cerebral intervienen tres niveles de conducta, esenciales para la instauración de la cognición cerebral : nivel reactivo, nivel propositito y nivel comunicativo.

Nivel reactivo : Es la paleoconducta, propiedad esencial del ser vivo. Constituye la forma más primitiva del comportamiento, incluso en las especies evolucionadas como primates y Homo sapiens. Es la conducta de la motilidad (tono y reflejos), sinergias y automatismos.

Nivel propositivo: Es un comportamiento más complejo, utiliza patrones motrices genéticos, capaces de mejorar con el aprendizaje. Su base es el somatograma, que informa al organismo de las relaciones físicas tempoespaciales con el ambiente, integración necesaria para cualquier forma de actividad, no sólo automática (nutritiva y nocidefensiva), sino intencional (actividad oculomanual).

Nivel comunicativo: Es la última etapa madurativa a través de la empatía y actividad expresiva, principalmente fónica, ‘segundo sistema de señales pavloviano’. En el niño permite informar de lo que siente y de lo que piensa.

FISIOPATOGENIA DE LAS ESTEREOTIPIAS

Somatograma

El somatograma consiste en la información sensitivo-sensorial que permite al individuo conocer su situación en el espacio, la postura que adopta y los movimientos que realiza, y es la base del aprendizaje.

Un elemento imprescindible para la construcción del proceso de maduración cognitivo es el paso del somatograma a la somatognosia, es decir, el conocimiento consciente del esquema corporal, el cual permite la instauración de la autoconciencia hacía a los dos años de vida. Así por ejemplo, si estamos en un cuarto a oscuras sabemos sin necesidad de ver ni tocar nada si estamos acostados o de pie, donde esta el piso y donde el techo de la habitación.

La consecuencia correcta de este proceso madurativo proporciona al individuo la perfecta construcción de tres áreas funcionales del cerebro: la comunicación y el lenguaje, la sociabilización y la imaginación.

Entre el sexto y el noveno mes de vida posnatal, el niño es capaz de ‘separar’ el espacio que lo rodea de su propio cuerpo, diferenciando perfectamente su mano del objeto aprehendido, fase fundamental para la maduración. El niño exhibe una actividad prelúdica, es capaz de coger objetos con previa prensión ocular y manipularlos, mostrando una conducta propositiva .

Esta actividad oculomanual es un hito madurativo importantísimo para la ontogénesis cerebral.

¿Por qué ocurren las estereotipias?

Cuando se produce una interrupción o la no adquisición de la conducta propositiva se desencadena la desintegración del somatograma, se produce un fracaso de la maduración cognitiva y aparece una conducta de actividad oculomanual patológica, denominada estereotipia. En consecuencia, se produce un bloqueo madurativo del paso de somatograma a somatognosia, no instaurándose la autoconciencia y fracasando en la adquisición de los ítems madurativos de la empatía, la relación social y el lenguaje y la comunicación.

La actividad oculomanual patológica (estereotipia) es signo de alarma en los trastornos generalizados del desarrollo y, en especial, los trastornos del espectro autista y sirve de sospecha para el diagnóstico precoz.

Fenotípicamente, en la conducta no se producirá el fenómeno en la atención compartida (al entregar a un bebé de 6-8 meses un objeto visualmente llamativo, el niño fija la mirada en el objeto, lo coge y mira al interlocutor respondiendo con una mirada a los ojos y una sonrisa). En el autismo, por un fallo en estos circuitos se producirá el fracaso de estos mecanismos, por este motivo no hay comunicación a los ojos, no existe lectura de caras ni se organiza la empatía.

CLASIFICACIÓN DE LAS ESTEREOTIPIAS

Siguiendo nuestra propuesta de clasificación de los trastornos generalizados del desarrollo hemos catalogado las estereotipias características de estos trastornos. Hemos subdividido las estereotipias en específicas y no específicas. Las primeras son patognomónicas y características del síndrome o trastorno al cual pertenecen. Las segundas pueden observarse en trastornos del desarrollo no especificados sin que sean definitorias de un síndrome o trastorno.

Perteneciendo a las estereotipias específicas se hallan ubicadas el ‘lavado de manos’, característico del síndrome de Rett; el ‘aleteo de manos’, descrito en el síndrome de Angelman y el síndrome X frágil; y el ‘mirarse la mano’, típico de los trastornos del espectro autista.

Así mismo, los trastornos del espectro autista se dividen en primarios, criptogenéticos y secundarios. Los primarios incluyen el continuo de gradación de la sintomatología autista, desde el autismo infantil precoz grave hasta la forma más leve de autismo. Las formas primarias manifiestan estereotipias particulares como andar de puntillas, balancear la cabeza, mecerse, girar sobre sí mismo, correr continuamente el mismo espacio, aleteo de manos, apretarse las manos, retorcerse los dedos…

El autismo criptogenético se caracteriza por una regresión del desarrollo tras un proceso de maduración normal sin conocer la causa y gran hiperactividad asociado a conductas repetitivas de moverse de un sitio a otro, así como realizar una y otra vez un mismo recorrido y de tocar continuamente los objetos que se tienen al alcance.

El autismo secundario aparece a consecuencia o va asociado a otra patología o síndrome de origen conocido. La primera forma de autismo secundaria descrita es la demencia o síndrome de Heller, conocido como síndrome desintegrativo de la infancia o síndrome regresivo. Su estereotipia más típica es mirarse la mano, denominada por Lamote de Grignon como ‘tic de Vergós’ –porque le recordaba el tic de un famoso cirujano, el Dr. Vergós, quien al terminar un trabajo de quirófano, se quitaba los guantes y se miraba las manos–.

 MORFOLOGÍA DE LAS ESTEREOTIPIAS

Morfológicamente, las estereotipias pueden ser motoras o verbales, simples o complejas.

Estereotipias motoras. Incluyen:

1) Estereotipias motoras con el cuerpo.

2) Estereotipias motoras con la cabeza.

3) Estereotipias motoras con las extremidades.

4) Estereotipias motoras con las manos o manerismos: con una  mano, con ambas manos, con un objeto.

5)Estereotipias motoras con deambulación.

Estereotipias verbales. Pueden agruparse en:

1)     Estereotipias verbales con sonidos guturales.

2)      – Estereotipias verbales con palabras.

3)      – Estereotipias verbales con frases.

4)     Estereotipias verbales con imitación de sonidos: animales, psitacoides, ungulados.

5)     Ecolalias: inmediatas, demoradas.

CONCLUSIONES

Una de las características intrínsecas de las estereotipias es que permanecen durante toda la vida del individuo. Hemos tenido la ocasión de ver y seguir niños hasta la edad adulta donde se encuentran ingresados y persiste la estereotipia de mirarse la mano, que probablemente constituya la estereotipia más universal y generalizada en el autismo primario.

La estereotipia de mirarse la mano puede ir asociada a otros tipos de estereotipias vocales, de tocar, de ruido inspiratorio, etc. Las conductas estereotipadas suelen ser más benignas, desaparecen con el tiempo y van parejas con la correcta organización y estructuración del proceso de desarrollo.

Las estereotipias son manifestaciones conductuales patológicas de un fracaso madurativo morfofuncional de los circuitos corticotalámicos y talamocorticales y esta situación viene reforzada por los nuevos estudios anatomopatológicos en los trastornos del desarrollo.

La estereotipia oculomanual o mirarse la mano tiene un valor semiológico importante a tener en cuenta cuando se estudia el proceso madurativo durante el primer año de vida y debe considerarse como marcador biológico conductual del autismo, como lo es el fracaso en la atención conjunta, la no lectura de caras y la no organización de la empatía.

Fuente:Desafiando al austismo