TEL – Trastornos Específicos del Lenguaje

TEL – Trastornos Específicos del Lenguaje

El niño tiene una capacidad innata para comunicarse. Nada tiene que ver con que los padres hablen poco o mucho o el niño sea hijo único, tampoco existen «niños vagos», por lo menos en cuanto al lenguaje se refiere.

Basta con que el niño este inmerso en un entorno donde las personas se comunican por medio de palabras para que el lenguaje aparezca, más o menos a la misma edad, independientemente de otras circunstancias del medio.

Definición y Clasificación

El Trastorno Específico del Lenguaje, (antes llamado disfasia), se define como la alteración en el desarrollo del lenguaje expresivo y/o receptivo, en el contexto de un desarrollo normal en otros aspectos, como el cociente intelectual no verbal y la capacidad de autonomía.

Dicha alteración debe tener una magnitud suficiente como para interferir en las actividades de la vida diaria y/o en los aprendizajes escolares.

Como se ve, en general los autores, suelen utilizar una definición por exclusión:

  • Las dificultades del lenguaje no se explican por un déficit cognitivo, pérdida auditiva, anomalía física del aparato fonatorio o privación ambiental
  • Las dificultades del lenguaje no están causadas por una lesión cerebral. Tampoco se deben a un trastorno del espectro autista.

El problema puede afectar a todos, uno o algunos de los componentes del sistema lingüístico (fonología, morfosintaxis, semántica y/o pragmática), reconociéndose por tanto el carácter heterogéneo de los perfiles lingüísticos de los niños con TEL y la posible existencia de distintos subgrupos o categorías clínicas.

EL trastorno específico del lenguaje tiene una prevalencia del 2 al 7% y es más frecuente en niños que en niñas.

El TEL, puede darse dentro de un conjunto de otras alteraciones, (como la dislexia, déficit cognitivo o un trastorno de déficit de atención/hiperactividad), por lo que es aconsejable una intervención intensiva, precoz y de larga duración para obtener unas mejorías significativas.

Una de las clasificaciones de los Trastornos Específicos del Lenguaje con más aceptación es la de Rapin y Allen, la cual permite diferenciar subtipos del trastorno, basados en fenotipos distintos (subtipos también aplicables a niños autistas).

Clasificación de Rapin y Allen, 1983

TEL Expresivo

  • Dispraxia verbal: con enormes dificultades en la organización articulatoria de los fonemas y de las palabras, con una comprensión normal.
  • Síndrome de déficit de programación fonológica: con una comprensión normal, con cierta fluidez, pero casi ininteligible.

TEL Expresivo

  • Síndrome de déficit fonológico-sintáctico: lo que se conoce como disfasia. Con mejor comprensión que expresión. Con dificultades de articulación y fluidez.
  • Agnosia verbal: no entienden el lenguaje y la expresión es casi nula.

TEL Complejo

  • Síndrome de déficit léxico-sintáctico: con dificultades en evocación. Comprensión buena con palabras sueltas, pero no con frases. Usan muchas perífrasis, parafasias, interrupciones y «muletillas».
  • Síndrome de déficit semántico-pragmático: con nivel expresivo superior al comprensivo. Falta de adaptación de su lenguaje al entorno interactivo.

Los niños con TEL inician el lenguaje más tarde que la mayoría de niños. Pueden ser niños con tendencia a aislarse y que se relacionan poco debido a la falta de lenguaje. La comunicación es más fácil y simple dentro del entorno familiar lo cual contribuye a que el problema pase desapercibido o sea mal interpretado.

Debido a ese aislamiento social es relativamente común la sospecha de un trastorno del espectro autista. Para descartarlo, la clave es ver la buena capacidad de los niños TEL para expresarse gestualmente, compartir intereses y desarrollar estrategias para hacerse entender.

Puede ser útil la aplicación, además de las pruebas de lenguaje, de escalas de cribado y si aún hay dudas, de pruebas más específicas de autismo.

Dificultades de estos niños:

  • Limitación en la capacidad para adquirir y entender los contenidos del currículum escolar.
  • Problemas posteriores de lectoescritura. Algunos estudios describen que entre el 40-70% de los niños con TEL tienen problemas de lectoescritura.
  • Aumento de la frecuencia de alteraciones de conducta y problemas emocionales.

Genética

Los estudios de genética en las últimas décadas han alcanzado una sólida evidencia de que los trastornos del lenguaje y del habla tienen una base genética. Según estudios comparativos de gemelos se ve que la coincidencia de TEL en ambos hermanos es mucho mayor en homocigóticos, cuyos genes son idénticos, que en dicigóticos, que sólo comparten el 50% de sus genes. Lo que sugiere una heredabilidad entre el 0,5 y el 0,75.

Se trabaja actualmente bajo hipótesis basadas en la implicación en el lenguaje de diversos mecanismos cognitivos, en la existencia de varias vías para la adquisición del lenguaje y en la participación de múltiples genes.

Intervención

En cuanto a la intervención logopédica, no esta condicionada al establecimiento previo de un diagnóstico diferencial definitivo.

  • Basta con la presencia de un desfase significativo del desarrollo del lenguaje respecto al conjunto de aptitudes generales de un niño.
  • Existen unas señales de alarma, que son suficientes para poder empezar una intervención y no perder así un tiempo valioso para que el niño consiga un aprendizaje más rápido y eficaz, cuando la «plasticidad» del cerebro es mayor.

Estas señales pueden ser:

  • Ausencia de expresión verbal o expresión limitada a una docena de palabras, más allá de los 30 meses de edad mental.
  • Desfase entre el nivel mental y nivel de comprensión y/o expresión verbal de mas de un tercio del primero.
  • Habla totalmente ininteligible para personas ajenas, más allá de los 36 meses.
  • Enunciados agramaticales de más de 3 palabras.
  • Presencia frecuente de ecolalias y perseveraciones.

También es aconsejable una intervención logopédica intensiva, estable y continua, sobre todo en los primeros años.

Conviene registrar los aspectos que presentan los mejores niveles de desarrollo para potenciarlos al máximo y ver como nos pueden servir de ayuda para la intervención.

Hacer partícipe de este trabajo a la familia, dejando muy claro de que no son responsables del trastorno, sino que con su colaboración, sus hijos podrán mejorar, como por Ej: reduciendo la tendencia dirigista, creando situaciones comunicativas activas… y contar también, con el apoyo de la escuela, la cooperación del profesor para conseguir los objetivos es crucial, y cuenta con la ventaja de aprovechar el contacto con otros niños normales.

Es necesario eliminar conductas negativas como las riñas y los comentarios despectivos, y así disminuir la ansiedad de algunos niños y problemas de autoestima.

¿Cuál es el pronóstico de estos niños?

La persistencia y alcance de los trastornos del lenguaje parece depender de la severidad, dimensiones del lenguaje afectadas, patrones de adquisición y de la asociación con otros déficits (retraso general, problemas motores, etc.), así como la calidad del entorno sociofamiliar y la calidad intensidad y precocidad de la terapia del lenguaje recibida.

Cuanto más áreas de funcionamiento lingüístico o comunicativo estén afectadas podría ser peor el pronóstico. Poco favorable para el pronóstico es que la alteración del lenguaje persista más allá de los primeros años de escolaridad. Un dato frecuentemente reflejado en la práctica clínica es que el nivel de Coeficiente Intelectual (CI) es un importante factor de predicción.

Conclusión

El tratamiento del TEL es un proceso largo, para estos niños supone un gran esfuerzo entender la comunicación oral y constituye una barrera para su desarrollo e integración social.

Es tarea de los profesionales, la escuela y de las familias, darle todo el apoyo que necesitan, sobre todo para superar su problema, evitar que estos niños pasen desapercibidos sin que su problema sea tratado y facilitarles la comunicación para favorecer la expresión de sus sentimientos y que puedan ser comprendidos.